La guerra que perdimos, civiles atrapados entre el narcotráfico, la guerrilla, paramilitares y el estado

“Estas crónicas y ensayos relevan de cierta manera la dignidad de la ciudadanía colombiana que, a pesar de dolores terribles, a pesar que de toda esta violencia que les pasó por encima, los aplastó, los destruyó, los despojó y a pesar de todo esto, casi todas las historias muestran gente con gran coraje, con gran valentía, con mucha dignidad tratando de continuar con sus vidas”, Juan Miguel Álvarez.

Por Mario Díaz (El Master).-

Paulina busca a su hija. Una mina en el cafetal. El niño reclutado. Una moto en la puerta, pudiera ser algunas imágenes no alejadas de una narrativa que poco a poco se ha ido incrustando en el colectivo mexicano, pero son solo algunos títulos que conforman el libro más reciente del periodista Juan Miguel ÁlvarezLa guerra que perdimos (Editorial Océano, Anagrama) once relatos y cuatro ensayos que tratan de explicar y poner un poco de rostro a las verdaderas víctimas del enredo que aún perdura de la guerra interna en este país.

“Este libro es una reunión de once crónicas y cuatro ensayos todos los textos tienen la misión de darle a conocer a lectores no colombianos los hechos que me parecen más relevantes del conflicto armado colombiano, por lo menos las categorías de interpretación y por lo menos también la idea de quiénes han sido las verdaderas víctimas del conflicto bélico colombiano. Este libro es la sociedad civil que perdió una guerra que nunca quiso hacer”.

La guerra que perdimos, es Premio Anagrama de Crónica, Sergio González Rodríguez. El mismo autor se dice un admirador de Ryszard Kapuscinski, considerado como uno de los mejores cronistas del siglo XX.

“Es un gran maestro, debes de aprender y entender su método de abordar sus relatos, llevándote al sitio exacto, escribiendo en primera persona, pero sin ser el protagonista. Aprendí demasiado leyéndolo. Fue lo que el jurado de este premio mencionó, pese a que escribo en primera persona no estoy en el centro de los hechos”.

Desde el primer relato, Paulina busca a su hija, pareciera que el lector acompaña al narrador, conoce a la protagonista que le da nombre, a su hija Cristina, sus circunstancias, sales de esas páginas abrumado por el testimonio de uno de los asesinos de la joven enfermera, te sientes encabronado y solo es la primera crónica de las once que conforman este libro, esto es el talento de Juan Miguel Álvarez, que como se puede deducir aprendió muy bien de su maestro polaco (leyéndolo).

“Cada crónica es la historia de una persona que termina siendo víctima de la guerra en Colombia, y además el libro tiene cuatro ensayos, en los cuales le doy más herramientas de comprensión a la gente que no es del país y no tienen mucha idea de cuál es el origen y desarrollo de este despelote que tuvimos y tenemos en Colombia”.

“Estas crónicas y ensayos relevan de cierta manera la dignidad de la ciudadanía colombiana que a pesar de dolores terribles, a pesar que de toda esta violencia que les pasó por encima, los aplastó, los destruyó, los despojó y a pesar de todo esto, casi todas las historias muestran gente con gran coraje, con gran valentía, con mucha dignidad tratando de continuar con sus vidas, tratando de seguir haciendo nación, de seguir haciendo país a pesar de que el mismo país les pasó por encima”.

¿Cómo encontrar estas historias en específico dentro de los cientos, miles de hechos violentos que se dan en este escenario de guerrilla, narcotráfico, paramilitares?

“Es para lo que me he preparado por años siendo un reportero de trocha y no de oficina ni de sala de redacción, estas crónicas abarcan un periodo desde el 2014 al 2020, durante este periodo estuve con esta tarea”.

Refiere que desde sus 24 años empezó a organizar toda su vida para eliminar lo que consideraba pudieran ser una especie de freno, de carga para poder dedicarse lo que mencionó ser reportero de campo, de montaña, de río, arena, mar, de desierto o de selva. Siempre viajando ligero para poder escuchar, investigar, escribir.

“Mi manera de expresión, que es la crónica, sólo la concibo en la medida en que puedo ser un reportero de campo abierto, para ello tengo años preparándome tanto en lo físico y emocional, pero también en mi propia técnica narrativa, qué significa esto, pues que debo tener la capacidad de recordar detalles que me han llamado la atención, luego darles coherencia narrativa, es un paso muy complicado el hacer de la observación un texto”.

“En estos once relatos es para dejarles un libro (a los no colombianos) y tratar de coincidir con el dicho de que, a pesar de las peores circunstancias, la ciudadanía por un convencimiento de ellos mismos de la vida misma sigue adelante”.

Siguen vivos…

“Por cruel que suene. En principio es seguir con vida como bien lo expresas, ahora queda evitar que la violencia se lleve todo, pero también es la posibilidad de tener un futuro mejor, lograr desarrollar ideas, tener mecanismo de sobrevivencia, de volver a tener vivienda, volver a tener una familia, volver a tener un país”.

¿Llega haber esta fusión social, esta cohesión social luego de cada uno de los infiernos que pasaron miles de víctimas, se logra encontrar un país dónde detener su sufrimiento?

“Hay regiones en las que estos procesos tienen ese efecto, hay otras en las que no, regiones en el país que han tenido unos procesos de formación política muy arraigados de hace muchos años y esto les ha garantizado proveerse de una estructura mental, convencimiento de cómo deben ser las cosas y no de cómo les toca aguantarlas. Lamentablemente en otras muchas regiones de Colombia esto no es posible, lo que hay es desconfianza, hay un temor a tratar de construir un tejido social”.

México

En México se viven momentos de mucha violencia en muchas zonas a consecuencia del crimen organizado, pareciera que permitida o bajo la complicidad de ciertas autoridades estatales y federales, nos podemos ver en este espejo La guerra que perdimos, solo es cambiar algunos nombres, situaciones geográficas, pero la violencia pareciera ser muy similar con Colombia,

“Hay algunas similitudes entre la violencia que ha vivido México por lo menos desde el 2006 a la fecha y la violencia de Colombia de seis décadas, hay algunas similitudes, pero hay más las diferencias. Colombia tiene una violencia cruzada entre la violencia del narcotráfico y la violencia del conflicto armado de origen político que es el de las guerrillas y los paramilitares que está mucho más atado a la guerra de la guerra fría entre el capitalismo y el comunismo, que a la del crimen organizado. Sin embargo, tenemos violencia de narcotráfico, mucha, ahí es donde tiene puntos en común con la mexicana”.

“Colombia de alguna manera ha llevado algunas acciones que le han servido para solucionar algunos asuntos de toda esta violencia. He visto en la zona reciente que México se ha interesado mucho por algunas de estas actividades, por ejemplo, durante algún tiempo quien fuera el director de la policía nacional el Colombia, el general Óscar Naranjo que hoy está retirado estuvo mucho tiempo en México explicando las estrategias de la policía de Colombia, capacitando a algunos agentes, haciendo una especie de guía sobre todo en tema de narcotráfico”.

“La realidad mexicana es muy distinta desde la manera en que está estructurado el estado, con la arquitectura estatal quién tiene el poder para tomar decisiones, en qué momento y de qué manera, de ahí hasta la distintísima economía que tiene México con relación a Colombia; el campesinado de las organizaciones campesinas e indígenas, nosotros tenemos muy distintas. En pocas palabras, Colombia poco tiene que enseñarle a México que tiene una sociedad civil muy fuerte muy organizada y están encontrando por sus propias maneras las formas de superar sus peores males. Colombia, al contrario, tiene una organización social muy débil, está luchando contra sí mismo para encontrar la manera de superar sus peores males”.

Personaje

De ocurrir que dentro de los pasillos de la FIL Guadalajara alguien tirase un libro y de este apareciera un personaje con el que pudiera platicar, Juan Miguel Álvarez, se toma unos minutos pues la situación lo agarró desprevenido.

“Es una gran pregunta muy ocurrente…y difícil”, (risas).

“Voy a decir esto, quizá no es mi mejor respuesta, pero es la que se viene a la cabeza. Hay una novela de Javier Cercas que se llama Soldados de Salamina y el personaje más sentido es el viejo Miralles un viejito que pasa sus últimos días en una pensión para ancianos desvalidos, es una persona que aparentemente combatió en la guerra civil española. Cuando este viejito se enfrenta con el narrador de esta novela tiene unas ideas hermosas entorno a la vida de lo que supuestamente es el heroísmo”.

“Si se me materializada, le pediría al viejo Miralles, que me contara con la misma entonación y fuerza moral lo que le dijo al narrador sobre el heroísmo, la vida y ser sobreviviente de la guerra. Esta charla sería en donde me lo topara, tal vez a la entrada de mi hotel, buscábamos un lugar para sentarnos y ahí que me hablara de todo esto, ¡uff!, sería maravilloso”.

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