Cactus del desierto
Miguel Casillas Dávila
Cactus del desierto, tu visión abarca eternidades de arena y cielo, eres testigo de los movimientos de ese cuerpo caliente e inmenso. ¡Vivo! Hoy trajiste al mundo una flor sombrero amarillo, penacho bellísimo que apenas en sueños tuvo algún emperador azteca.
Brotó en tu cabeza y a todos nos hizo felices: al Tito, a la Tita, a tus hermanos cactus, a la vid y al rosal, a la planta de café y a la reina por una noche; hizo feliz al níspero.
—¡No sabes las risotadas que pegó!—, a las nubes, ellas se hincharon como pavorreales blancos y para brindar soltaron una llovizna ligera.
A mí también me hizo feliz tu flor-sombrero-penacho-amarillo. Eres generoso cactus del desierto, creces en una maceta en mi cochera ¡Tienes solo la mitad del cielo!, pasan autos y aunque es una calle tan tranquila como tu hogar, seguramente la encuentras tan extraña como yo encontraría el planeta Marte si me plantaran allí.
Por eso celebro aún con más gozo tu prodigalidad, ese derroche-pincelada luz que hoy liberaste en mi mundo ¡Gracias, gracias, Cactus del desierto que habitas en mi cochera!
Del Taller Al Gravitar Rotando