​La vida en pesos 

Croma rosa

Por Mayeli Mariscal

Ser mujer en este siglo, en este espacio de tiempo, implica mucho más que limitarse a un espacio confinado para cuidar hijos y limpiar, ahora, el impacto en la economía, la vida social, participación política y en espacios de toma de decisión en lo público y en lo privado, obligan a la integración de condiciones que permitan eso, su crecimiento y participación activa.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de los Hogares 2016 (ENH) se estima que en México hay 32.9 millones de hogares que están conformados, en promedio, por 3.7 integrantes. La población estimada asciende a 122.3 millones de personas divididas en 51.4 por ciento son mujeres y 48.6 son hombres. Del total de esta población, 23.2 por ciento reside en localidades rurales y 76.8 por ciento, en localidades urbanas además, se da a conocer que la edad promedio del jefe del hogar asciende a 48.7 años y, en 27.3 por ciento de los hogares, la jefatura corresponde a una mujer.
Independientemente de estos datos, en la toma de decisión de compra, las mujeres incidimos hasta en un 80 por ciento, y el mismo porcentaje de influencia en las adquisiciones de familiares o parejas, las estrategias de marketing han enfocado sus esfuerzos para agradar o convencer a este segmento, estudiando empaques, lenguaje y colores.

Lo cierto es que también se ha reportado a nivel mundial una tendencia denominada ‘impuesto rosa’ a través de la cual se aumentan precios hasta en 25 por ciento -en promedio- a algunos artículos diferenciados por nombre o color, pero cuya función es la misma para cualquier género; como ejemplo están los rastrillos o las fragancias e incluso cremas corporales y otros artículos de cuidado personal.

A escala mundial, la brecha salarial entre hombres y mujeres se estima en 23 por ciento, es decir las mujeres perciben 77 por ciento de lo que ganan los hombres y sin embargo, este no es el único ‘techo de cristal’ (*) que deben romper, la participación de la mujer está excesivamente limitada a ciertos sectores y ocupaciones, y tienen mayor probabilidad de estar desempleadas que los hombres: 5.5 por ciento de posibilidad para los hombres frente a 6.2 por ciento en lo que respecta a las mujeres, según cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Sin embargo, este panorama complejo ha hecho que las mexicanas cada día conquisten espacios en oficios o profesiones que históricamente estaban ocupadas solo o en su mayoría por hombres. Así, en las aulas universitarias, se pueden encontrar cada vez más ingenieras en sistemas, en aeronáutica, genética, ciencias aplicadas o en oficios como mecánicas, plomeras, zapateras, entre otros.
NIÑASTEMPUEDEN

Bien por la Universidad de Guadalajara (UdeG) que organizó actividades en Jalisco como parte de su participación en la Semana Nacional de Mentoras en la Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, en el marco de la iniciativa NIÑASTEM PUEDEN, que motiva en las niñas de México el estudio de las ciencias exactas.
Se realizó del 19 al 23 de junio un taller de programación para niñas de 8 a 13 años, en donde conceptualizaron el término “programación” y utilizaron el programa “Scratch”, en el que comprendieron cada uno de los elementos que permiten dar movimiento a los objetos por medio de la interfaz y una computadora.

La Semana Nacional de NIÑASTEM se realiza gracias a través de la Red de Mentoras, es decir, mujeres destacadas en el estudio de estas ciencias en México, para compartir sus experiencias en charlas y pláticas con las niñas, complementando la experiencia con talleres y actividades en diferentes espacios.

(*) Techo de cristal, es una metáfora, acuñada por los expertos en investigaciones sobre género que se refiere a la existencia de barreras invisibles que encuentran las mujeres a la hora de abrirse paso en su carrera profesional e ir progresando hacia puestos de mayor responsabilidad.

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