Columna
Por Juan Carlos Hernández A.
Maestro en Gestión Social y Políticas Públicas; Profesor universitario.
¿Ha escuchado qué es vivir en la inmediatez? en esta época, temporada, semanas y días, estamos atravesando por unos de esos llamados días proclives a la inmediatez, donde no hay tiempo de pararse un momento a siquiera meditar un poco sobre nuestras propias decisiones para saber cómo estamos, pues de sobra sabemos que, de mal a peor y no parece se mejore pues la cordura del comportamiento humano.
Se asoman sin remedio escenarios sin pronta solución, días aciagos, pues y por mucho que no se quiera ver la realidad en que vivimos, nos supera a siquiera pensar en buena vida en todo sentido; nadie, de manera particular muestra sus debilidades y pobrezas, por supuesto que no. Aunque las carecemos a veces en lo material, pero otras más en lo inmaterial, lo intangible, sobre todo carecemos de inteligencia emocional, para superar las vicisitudes de la vida.
Días aciagos de inestabilidad emocional quizá faltan ejemplos de lideres que inspiren y que hagan por las personas, por su comunidad, por la gente, vea el cercano tema de estrés y ansiedad, las malas acciones y la falta de practicar la bondad hacia los demás. Porque pulula la mentira, el engaño y por ello sin saber de las consecuencias que ello trae.
Hoy día ya no se utiliza mucho la inteligencia emocional para soportar las dificultades, donde lo que sobran son problemas que llevan al ser humano a crisis emocionales que pegan emotivamente en lo particular, pero en lo social por igual, donde la gente no busca su paz interior antes más busca el roce social para “salvar su malestar emocional” existe una sociedad endeble, insensible y a veces hasta irracional en su proceder.
Nos corroe y lleva a pique el arroyo del antropocentrismo descomunal, en que solo importa el hombre por el hombre, sin más, hay que reconocer que los desafíos son enormes, tan grandes que no podemos y no debemos confrontarlos a través del aislamiento personal, no podemos hacerlo de manera individual sino en coparticipación unos con otros en sociedad, en familia, en comunidad, y sobre todo con el propósito de vivir, solo eso.
El estar en la inmediatez nos quita la oportunidad de contemplar lo maravilloso que es la vida misma, la naturaleza, las personas, el arte, lo bueno, lo bonito, lo sensible, y ello merma la calidad de gozar el día a día el entorno en que actuamos, busquemos mejores opciones y decisiones que ayuden a hacer todo más perfecto y entender que somos unos y otros partes complementarias en busca de la felicidad, en un mundo arrogante y falto de Dios. ¡Hágale pues!
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