Derechos y Resentimientos
Por Dolores Díaz
El derecho a la cultura, los espacios públicos que poco a poco se vuelven privados, las construcciones de edificios, calles cerradas sin señalamiento o aviso previo con los vecinos y transeúntes, parece que Guadalajara y Zapopan se volvieron el lugar donde todo pasa y todo queda impune, como dice Serrat “se hace camino al andar” y es que la pasarela de políticos, lejos de ser ciudadanos comprometidos, con mínimos conocimientos en política pública, o cualquier otro título o experiencia que demuestre que es acreedor a realizar las labores de un funcionario público.
Ayer se presentó la agenda de incidencia en materia de violencia política contra las mujeres debido a género en Jalisco 2025-2027 donde se dieron cita autoridades del Tribunal Electoral, secretaria de Igualdad sustantiva entre hombres y mujeres del estado, como diputadas comprometidas con el tema de género y los avances que se tienen en materia. En medio de un ambiente ríspido por el descontento ciudadano por el aumento a la tarifa del servicio del agua, con calles inundadas, un servicio de transporte público con algunas deficiencias, fichas de desaparecidos, en las paradas de camión, al interior del transporte y en cada esquina, sin mencionar que el monumento a los niños héroes, fue insuficiente para seguir colgando mantas y fotografías de desaparecidos, el clima de descontento se percibe, mientras los políticos se dedican a dar explicaciones, sacar comunicados y aclarar situaciones que resultaron difíciles de creer, cada día la sociedad tapatía se vuelve más intolerante, más irascibles, incomprendida, perdida en una jungla donde las bonitas costumbres tapatías, como los buenos día, el acompañar a los amigos en momentos de alegría o duelo.
La juventud nos demanda un trato amable, cordial y la razón de que se presente un plan de trabajo debido a violencia de género, es justo porque se perdieron los valores sobrentendidos, como los acuerdos de palabra, algo valiosos en la política. Pues no era necesario, más que un apretón de mano, o escuchar decir, yo me comprometo a tal o cual cosa. Eso la ciudadanía tenia la confianza de que las posibilidades de que sucedieran eran altas, pero cuando escucho a los servidores públicos sin ánimos de rendir cuentas, sin el mínimo respeto a los que pagan su sueldo, corroboras que algo se rompió, no quedó claro que la palabra servir no precisamente tiene el mismo significado que el colectivo suponía, tal es el caso de la conductora de Qué quiere la banda, que al ser cuestionada sobre su salario, perdió las dimensiones del impacto que tiene un video transmitido, quizás la soberbia le ganó y decidió seguir comiendo una sopa con camarones, y contestar las preguntas de las personas que le escribían en sus redes sociales, sin el mínimo reconocimiento de que su salario salía de los bolsillo de los que la estaban viendo, este cuestionamiento y linchamiento social en redes sociales, no es cosa menor.
Pues nos estamos acostumbrando a desviar la atención y tener válvulas de escape a nuestra ira y coraje de tanta injusticia social, desigualdad económica y la raíz de una sociedad cansada y enojada.
Finalmente, saber que una persona gana más dinero que uno, no es la molestia, mucho menos saber en qué se lo gasta, lo que de fondo es reconocer el privilegio, protección, corrupción y demás que siempre han existido, pero que ahora nos llaman “resentidos sociales” quizás los que habitamos en la perla tapatía, nos convertimos en eso, y la violencia continua de forma verbal, acusándonos unos a otros, sin llegar al fondo de la situación, sin poder ejercer el derecho constitucional como vivir con dignidad. Un tapatío que se respeta sabe que insultan su inteligencia cuando surgen respuestas sin sentido de quienes les gobiernan.
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