Con Mucho Barrio y a Pie

Gracias Mary, gracias Roberto Carlos 

Por Víctor Manuel López, Sociólogo.-

Me levanté como de costumbre y antes de cualquier otro asunto me preparé un rico café, encendí un cigarrillo, el primero del día y me puse a pensar sobre qué tema tendría para escribir en este espacio, la inspiración no llegaba de cualquier manera me metí al estudio, encendí la computadora y para ambientar un poco decidí escuchar algunos éxitos de Roberto Carlos, y de alguna manera no quedarme con las ganas de escucharlo luego de que el ayuntamiento de Guadalajara cancelara su presentación en la inconclusa Arena Guadalajara, no me iban a privar de la dulce tersura de su voz. 

Tras varias canciones como suele suceder a varios, vino a mi mente todo un torrente de recuerdos que me vino a la memoria, mi época de estudiante cuando Mary era un gran apoyo para mí, su sonrisa, su charla, su compañía, yo solo ponía mi casa como espacio de encuentros y mi repertorio musical que iba por supuesto que, desde Roberto Carlos, José José, Javier Solís, para un poco más de alegría la Sonora Santanera y nunca faltaba el momento para Julio Jaramillo. 

Con Mary teníamos también momentos muy enriquecedores de buena charla, eso sí, siempre acompañada de un cafecito, como música de fondo siempre sintonizaba donde su repertorio fuera música clásica. 

Pero siempre llegaba el momento en que recriminaba “ya puso su música aburrida mi estimado Don Víctor, o me presta una almohada para dormirme aquí en la mesa o mejor dígame la verdad y sea directo en pedirme que mejor me vaya a otro lugar”, siempre terminaba el cometario con risas. 

El gato que está triste y azul 
Nunca se olvida que fuiste mía 
Más siempre sabrá de mi sufrir 
Porque en mis ojos una lágrima hay 

Canta Roberto Carlos, y el recuerdo me vuelve con más fuerza, no por la historia de la canción sino porque era una de las que ponía más seguido cuando me acompañaba Mary. 

Incluso confieso que una noche un despiadado pozole a destiempo me causó problemas estomacales, exceso de alimento, cuando mi rutina alimentaria era cafecito, cigarro y un ligero desayuno en el trabajo, ya por la tarde la indispensable torta de chilaquiles que degustaba al llegar a la universidad, de manera que rompí con toda una tradición y lo pagué muy caro. 

Esa noche fue muy terrible para mí, cerca de las doce tomé el teléfono y me marqué, en verdad creí que no la libraría, le dije que me sentía muy, pero muy mal, no pasaron 15 minutos cuando ya estaba a mi lado. Luego del interrogatorio sobre que había comido su preocupación bajó bastante, solo estaba empachado como dicen, así que preparó un té no sé de qué hiervas, y esperó toda noche junto a mí mientras me iba recuperando poco a poco. 

Cada día por la carretera 
Noche y madrugada entera 
Y mi amor aumenta más 
Porque pienso en ella en el camino 
Imagino su cariño 
Y todo el bien que ella me da 

A veces quisiera ser ese camionero del que canta Roberto Carlos…  

En otra ocasión invité a mi maestro Dr. Mauricio López quien realizaba la planeación de mi tesis de titulación, le solté la invitación así a lo tarugo sin recordar que había hecho algunos pagos y me había quedado sin recursos para convidar a mi invitado, algo decente nada de taquitos de frijoles, vaya ni cocinar sabía, costumbre que hasta la fecha mantengo. 

Mary me sabía leer el semblante, se dio cuenta de mi predicamento y desde su gran corazón y nobleza de espíritu me dijo, “no se preocupe Don Víctor, le presto y hasta me apunto para cocinarles algo rico, ya luego me lo paga”. Rotundo éxito, mi maestro me orientó en mi tesis, repitió plato, felicitó a la cocinera y disfrutamos luego algo de música con un buen tequilita. 

Nunca más oíste hablar de mí 
Más continué tener a ti 
En toda esta nostalgia que quedó 
Tanto tiempo ya pasó 
Nunca te olvidé 

En su canción La Distancia, el brasileño avienta estas líneas en su primera estrofa, y me revuelca el pensamiento al darme cuenta de que su alejamiento fue imperceptible, silencioso, al grado de que solo noté su ausencia cuando me ahogaba el silencio total en mi propia casa, ya no tuve el deseo se encender el estéreo ni escuchar canción alguna, no estaba ella para cantárselas ni para bailarlas. 

Bueno, ella me había dicho una de tantas tardes “Don Víctor, nunca se vaya a enamorar de mí”, lo dijo tal vez riéndose mientras le dábamos bien al baile con la Santanera. Al paso del tiempo ha he vuelto a ver a ella y a su pareja, la veo contenta, nos saludamos a la distancia y en mi interior la lleno de bendiciones y del más genuino deseo de que le vaya bien en su vida, no tengo con qué pagarle todas sus atenciones, su apoyo incondicional, solo un eterno GRACIAS mi querida Mary. 

.@mario68díaz  .@juanamaria298 .@jchuertavazquez .@MarcoCastroPrec  

#GraciasMary #RobertoCarlosEnGuadalajara #RecordarYAgradecer 

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