Con Mucho Barrio y a Pie 

Amistades en el Tiempo

Por Víctor Manuel López, sociólogo.- 

Antes de abordar el tema me permito hacer una remembranza. En mis tiempos, cuando era niño (si, alguna vez lo fui), no había compañero de butaca que faltara a la escuela para el festejo del día del niño, así se estuviera con fiebre, diarrea, con muletas como sea, pero ninguno se lo perdía, era el día más esperado en el calendario escolar, ese día no importaban las matemáticas, el español o cualquier otra materia, ese día era nuestro, teníamos cada salón su propia fiesta, reíamos abiertamente sin que se enfadara la maestra, ese día no había castigados, tampoco pedían la tarea. 

Ahora sí, hace algunos días platiqué con mi viejo amigo (de aquellos días) “El Moy”, Jorge Gaona, me felicitaba porque en mis ratos libres, que ahora es bastante tiempo, entreno futbol a los niños de mi barrio, la plática derivó en el Día del Niño y a pregunta directa sobre qué les tenía preparado, le respondí, “mira en este barrio solo existen dos clases sociales, los pobres y los jodidos, tu servidor representa muy bien a ambas”. Reímos, recordamos, añoramos y quedamos de volver a llamarnos, de esas veces que estás seguro de que pueden pasar años para volver a tener noticias uno del otro. 

El día para festejar a los chavales se acercaba y mi tropa de niños me preguntaban si de mi parte les haría algún regalito, para que desistieran les decía que no se portaban bien (un poco en broma) así que no se lo merecían, pero no tardaron en poner a sus mamás como testigos de honor, quienes coincidían con ellos, en verdad sí se portaban, sí hacían la tarea y sí ayudaban en las labores del hogar. La angustia corría por mis venas, efectivamente su comportamiento era más sociable, más amables entre ellos y no tenía los recursos suficientes para cumplir con la promesa dada de al menos darles una paletita de mi parte. 

Fue el meritito 30 de abril que una llamada a mi celular me distrajo de mis cavilaciones, faltaban 15 minutos para las nueve de la mañana, la voz del Pinche Moy del otro lado de la línea, el gusto de su llamada pronto se me fue cuando me preguntó ¿por fin qué les vas a hacer a esos chamacos, hoy es el día del niño y se lo merecen verdad?  

Esta vez creo que solo les daré una sonrisa, no hay para más, respondí a mi viejo camarada con una sensación de tristeza, pues claro que se merecían ser felices, aunque sea este día, se merecían un rato de convivencia, de risas, de alegría, pero esta vez no sería posible. 

Del otro lado del teléfono escuché la voz de amigo, Jorge Gaona, explicándome cosas de depósitos, de bancos, de cuentas, no le entendía nada. Le pido que me repitiera todo otra vez. El muy canijo me aclaró que me había mandado un poquito a cierta institución bancaria para que no se fueran en blanco mis pequeños y pequeñas futbolistas. 

Después de agradecerle el tremendo gesto de generosidad, salí con mis mejores galas que no es otra cosa que una camiseta limpia y junto con mi asistente Axel, fuimos de compras y vaya que sí nos alcanzó para algunos dulces y por supuesto que entre ellos las prometidas paletas, nos alcanzó también para algunos refrescos, nieve de limón, pero a falta de un congelador y a las altas temperaturas terminó casi en agua muy fría de limón. Lo que fue imposible fue conseguir por mi barrio un pastel que cubriera a la cantidad de niñas y niños invitados, así que improvisamos y compramos una charola completita de pan dulce. 

Algunos de estos niños y como era de esperarse también llegaron con su mamá, otros con ambos padres, quienes también participaron en los juegos que se improvisaron, pues lo como han de imaginar lo único que tenía preparado para ese momento eran los bolos, así que todo el grupo se empezó a organizar, como premios se llevaron algunos bolos que sobraron. 

Fueron momentos de risas, de carcajadas, pero en lo que puse más atención fue en el rostro de los padres y madres de familia, no cabían de la alegría, de la felicidad que sentían al ver a sus hijos festejando su día, ellos no tenían la posibilidad de hacerles nada. Logramos pues, hacer un poco de verdadera comunidad. 

Nada de esto hubiera sido posible sin el apoyo de “Moy”, Jorge Gaona, con quien compartimos infancia, travesuras y que a pesar de la distancia en tiempo y territorio hemos sabido mantener una muy buena amistad. Me veo reflejado en todos estos niños en cómo van construyendo poco a poco una amistad entre ellos, no exenta de disgustos, peleas, distanciamientos, pero que al final vuelven al camino de la amistad que con el paso del tiempo seguro estoy que se irá consolidando. 

No importa lo que el destino le depare a cada uno de estos niños de estas niñas, si les generamos más oportunidades de convivencia, de sano esparcimiento, de momentos de calidad con sus madres y sus padres, seguro estoy que lograrán consolidar una amistad como la que tenemos el Pinche “Moy” y su servidor, que bien vale la pena vivirla. 

.@GerardoQuirinoV .@GobTlajomulco .@UNICEFMexico .@GobiernoJalisco .@mario68díaz .@juanamaria298 .@jchuertavazquez .@MarcoCastroPrec           

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