Infancia en estos tiempos
Víctor Manuel López, Sociólogo.

Sin lugar a dudas la infancia que vivimos las personas de mi generación hoy las recordamos como la etapa llena de felicidad, con todo y su carga de momentos difíciles, penurias que todos hemos pasado; sin embargo, también la podemos considerar como la oportunidad que tuvimos de tener este lienzo, esta hoja en blanco donde iniciamos a escribir nuestra historia.
Nos forjamos desde niños sin saberlo en ese entonces en el respeto hacia los demás, recuerdo que se nos hacía tarde para salir a jugar a la calle con el trompo, el balero, las canicas, las escondidillas y por supuesto que cuando se juntaba una buena cantidad de mocosos se armaban los equipos de para la cascarita de futbol, siempre con gran ímpetu o mejor dicho con esa garra de sentirnos parte de nuestros equipos favoritos, algunos de los Pumas, del Cruz Azul, otros del América o de las Chivas, no importaba si traías botas de hule o zapatos rotos o los tenis te quedan grandes.
Al tiempo ya no recordamos quiénes ganaban o perdían, sino que lo verdaderamente importante era juntarnos con los y las niñas del barrio, pasar momentos de risa, si no era futbol se trataba de jugar a lo que se nos ocurriera que pasara el tiempo, hasta que llegaba el fatídico momento, el grito de nuestras mamás que salían con todo y chancla en mano para regresar a casa, hacer la tarea o ayudar en las labores, la advertencia era siempre la misma “si no vienes voy por ti”.
A qué vienen todos estos recuerdos, les explico:
Un día platicando con un vecino allá por una de las colonias o barrios olvidados de Tlajomulco, ambos viendo a varios de los niños de la cuadra corriendo y jugando a lo que su imaginación les daba, de pronto suelta un comentario, “mira a los futuros delincuentes, no más de vagos todo el día. Dónde están sus papás, se ve que les vale madre que estos vagos hagan lo que quieran”.

Yo no veía falta en las risas de estos niños, niñas, sentí molestia por su comentario tan fuera de lugar, le contesté,” la zorra no se ve su cola”.
Quise hacerle ver que muchos de estos niños traen con sigo historias de violencia, dolor, padecimientos, falta de atención, por lo que no sabemos lo que verdaderamente cargan estos niños que ven en estos momentos de esparcimiento una posible salida, y si lo hacen corriendo, divirtiéndose qué mejor.
“Si, como adultos es muy fácil opinar y denostarlos por el simple hecho de que andan en la calle, pero ¿qué hacemos nosotros, los adultos, para evitar esta situación, para evitar precisamente que terminen siendo unos vagos y expuestos al alcance de los grupos criminales que abundan por estas colonias”.
«Es muy fácil decir pensar así, pero no me dices nada sobre qué hacer para evitar que esos niños caigan en las drogar y de ahí a la delincuencia, ¿tú les has dado un poco de tu tiempo, has platicado con ellos, te has puesto a jugar con ellos? A todo esto, solo respondió, ¡A chinga si la responsabilidad es de sus padres no mía!
Fue imposible hacerle entender que a su corta edad estos niños han tenido que vivir dentro y fuera de su hogar muchas cosas que no deberían de vivirles, vuelvo a decir, violencia, carencias de todo tipo, lo peor es que en muchas ocasiones dentro de su propio hogar que se supone debe ser un lugar seguro y de resguardo para ellos, pero en muchas ocasiones esto nunca ocurre.
Bien, dicen que la vida es u teatro, donde a través del tiempo se repite la misma obra, nada más que con distintos actores y diferentes escenografías y u poco modificado el libreto a la actualidad, pero la trama siempre es la misma.
Mi barrio
Hablaré un poco de mi barrio donde existen niños como en cualquier barrio o colonia, muchos de estos niños han sido olvidados por sus propios padres y en algunos casos hasta de sus propias madres, la drogadicción, el alcoholismo, las infidelidades, así como los celos mal infundados han destruido estas endebles familias por completo.
Aunque también existen otros casos como aquellas madres solteras que, por la necesidad de salir a ganarse el sostén del hogar, han tenido que descuidar a sus hijos, las problemáticas a las cuales se enfrentan estas mujeres son entre otros, el tiempo que pasan en el transporte público para ir de su casa al trabajo y viceversa, luego vienen las horas laborales, para ganar un poco más doblan turnos con la consecuencia de tener que dejar a sus hijos más tiempo solos.
Es precisamente esta ausencia de supervisión que les permite salir y encontrar a sus similares, así pronto son una palomilla de amigos, aunque comparten mismos pasares siempre prefieren inventar juegos, dejan volar su imaginación y sus fantasías, son astronautas, pilotos aviadores; algunos prefieren ser Leonel Messi, Cristiano Ronaldo o incluso los hay quienes prefieren simular y emular la magia de Ronaldinho. Para todos ellos cualquier pedazo de banqueta, de pavimento se convierte en un maravilloso estadio donde el público siempre maravillado aplaude su gran técnica de futbol.
Si, en circunstancias adecuadas la educación de esos niños es responsabilidad de los padres de familia, son también quienes están al pendiente de ellos, son quienes saben con quién se juntan, si hacen la tarea o no, si pierden más tiempo en sus celulares que en sus obligaciones.
En mi barrio, las circunstancias adecuadas no existen, es precisamente esta situación que a nosotros los adultos debemos de asumir cierta responsabilidad para con estos menores, tenemos que ser capaces de acercarnos a estos niños, escucharlos, comprender su mundo y poder orientarlos en sus inquietudes, debemos de ser capaces de hacerlos sentir que en este mundo no están solos, que siempre habrá alguien que los escuchará.
No es con solo denostarlos como nos quitamos la responsabilidad hacia esta infancia que la vida y las circunstancias han generado, debemos de asumir esta responsabilidad social, no, no somos autoridades de gobierno, pero es nuestro barrio, es nuestro entorno, pensemos que en un futuro si desde esta infancia se les estimula para que sean mejores personas, si se les orienta, si solo los escuchamos y tendemos una mano, en este futuro del que hablo siempre tendremos su agradecimiento, son tal vez pequeños gestos de empatía que se quedarán con ellos toda la vida, estoy más que seguro que nos recordarán como los viejos buena onda del barrio.
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