Juan Carlos Hernández A.

Vivimos en una era en donde las sociedades yacen inmersas en un abundante espectro de tecnologías, sobre todo de la comunicación, que perecen estar presentes en casi todos los rincones del mundo. A pesar de ello, todos estos instrumentos que nos deberían permitir estar más cercanos y en contacto entre los seres humanos y con la realidad que nos rodea, irónicamente parecieran alejarnos más; al menos en un sentido estrictamente personal.
De manera paralela, existe una relación que florece día a día, dentro de estas sociedades también llamadas de información, en donde los vínculos entre los medios de comunicación e información con los cuales convivimos diariamente, estrechan y forman parte de nuestra vida cada vez más, en la sala de nuestras casas, nuestras oficinas, escuelas y espacios más personales de nosotros y nuestras familias.
Y, es justamente esta unión, la que posibilita el flujo de mensajes entre un emisor cada vez más alerta y al parecer preocupado de las necesidades del otro; un receptor, aburrido, inactivo, indiferente y que pareciera narcotizado respecto a la información que recibe diariamente por la televisión, la radio, la prensa escrita y el internet, y redes sociales principalmente.
Como escribió Marguerite Sullivan ex vocera de la casa blanca: “Para que el pueblo ejerza el poder, debe ser capaz de tomar decisiones basadas en el conocimiento de los hechos y emitir juicios independientes. Esto sólo es posible si cuenta con información factual creíble. Eso es lo que recibe de una prensa libre, que hace el papel de guardián de los ciudadanos frente al gobierno”.
Los medios informan al público de las actividades del gobierno y provocan el debate. Comprometen a los funcionarios públicos con las normas más elevadas e informan si el gobierno sigue contando o no con la confianza del público.
Algunos gobiernos utilizan gran parte de su presupuesto en comunicación, para difundir los intereses gubernamentales. Es evidente cómo el impulso e importancia que le han dado a la comunicación, privilegia el uso de todos los medios a su alcance para dar a conocer a sus gobernados lo que han hecho en beneficio de las sociedades que gobiernan.

Respecto al avance de la comunicación institucional en nuestros días, la Revista Latinoamericana de Comunicación Chasqui, establece lo siguiente: Las instituciones son el elemento estructurador y vertebrador de las sociedades actuales, debido a su papel como integradoras, formadoras e instrumentalizadoras de la sociedad moderna, en la cual las instituciones públicas son guías y servidoras a la vez. Desarrollan ambos papeles: son preceptoras y por lo tanto autoridad social y legal, y además desempeñan el papel de cubrir las necesidades sociales e individuales de manera pública.
En este contexto aparecen los flujos de contacto y relación de los actores sociales que se devienen en procesos cognitivos de interrelaciones medidas, para las cuales es necesario establecer sistemas y procesos de comunicación. Éstos son integrados por actores/interlocutores que a través de técnicas, que podemos denominar relaciones públicas, realizadas bajo una dirección profesional interactúan en lo que calificamos como escenario relacional instituciones-públicos.
La utilización de estas técnicas comunicativas surge cuando existen conexiones estables y duraderas en la sociedad. La realidad antes planteada conlleva el establecimiento, análisis y puesta en práctica de las que son piezas fundamentales en el proceso y desarrollo de la comunicación institucional, tales como los procesos y modelos de relación comunicativa, la identidad e imagen de las instituciones públicas, los deberes y obligaciones tanto organizacionales como comunicativas de las partes implicadas, y los papeles y funciones de los interlocutores sociales.
La realidad mexicana en materia de comunicación es muy conocida por la pluralidad, calidad y contenidos existentes en los diversos medios de comunicación, pero cada uno es libre de marcar la pauta de su propia ética, su estilo y su política editorial, y es ahí justo donde crean sus diversos públicos a quienes cautivan o no, según sugiera en su trayectoria la formación de opinión pública. Como sea, esos públicos están ávidos de tener excelente información, puntual, directa y completa.