Sin derramar una sola gota de tinta

Por: Rita Stenner
-¡Ey!… ¡ey!
-¡Lector!… acá abajo…
-Sí, detenido en el punto…
-Soy yo… ¡el protagonista!…
-¡Necesito ayuda!
-El autor quiere implicarme…¡pero te juro que yo no la maté!
-¡Claro que puedes!
-Sí, mira… ¡qué tal que me cambias de novela!… o de cuento.
-Me pones entre las páginas de… no sé…Continuidad en los parques… Ahí es ella la que me quiere matar mientras leo… ¡no lo has leído!… Huumm…
-En La invención de Morell, si ella es una proyección, entonces no he matado a nadie… ¡no lo tienes!… ¡entonces!…
-¿Qué libros tienes?…
-Poe, ¡no!…seguro los maullidos en “El gato negro” me delatan… ¿qué otro?
-“Orgullo y prejuicio”… No, ¡no! No tengo título nobiliario, acabaría como el señor Bennet o el tal Mr. Whitham… no ¡en ese no!
-Lobo estepario, no… tampoco… reconocer a la bestia que llevo dentro podría proporcionarme motivos para matar, además no sé alemán…
-Si de plano no puedo acoplarme a ningún libro, lo mejor será que me inventes una historia…
-Sí, qué tú me escribas una donde mi personaje consiga escapar…
-¡Ay, no!… ¡les juro que yo no la mate!
Del Taller Al Gravitar Rotando