Por Juan Carlos Hernández A.

Con la premisa de que el uso del poder es para engrandecer a quienes se sirve, y no a quien lo posee en el México, tierra de volcanes, el con prisa y con pausa a la vez, el real y simbólico, en su cultura tan polifacética, y creencias únicas, el México bravío, pero manso, el del horizonte de un nuevo amanecer, pero el de despertar en la tiniebla, así se encuentra en la triste realidad, hoy día la gobernabilidad está extasiada en la indiferencia, en un maltrato hacia la sociedad abandonada a su “suerte”, solo que encontramos fijaciones más dolidas en el ser humano, en un nivel de pensamiento con la consabida deshumanización, ahora resulta que importa más, el yo y no el todos.
Estamos al revés en la conceptualización y en las premisas que se tiene del Ser. La lógica nos dice que primero y siempre es el valor a la persona, el respeto y protección iniciando con prevenir que sea el prodigio del nacer, luego del desarrollo en conocimientos y lograr una plenitud profesional. Hoy día tenemos que hay pobreza material y también espiritual, y las dos afectan, pero no por igual, hemos conocido en la vida y a través de los años personas pobres, pero con alma y actitud y don de gente sorprendentes, lo importante es crecer con un ideal, un pensamiento que nos mueva a actuar según nuestra recta conciencia.
Lo urgente nos lleva a estar vigilantes en el día a día, es no sabiendo en qué para el destino incierto y al final nos preocupa lo que puede pasar, pues la incertidumbre es la peor de las compañías para tenerla consigo el individuo, pero también se genera una manera de prevenir justo por no saber qué pasará. Mientras que, lo importante nos fortalece, porque se cree, se piensa, planea y se espera algo bueno, que con toda seguridad llegará tarde o temprano. La siguiente premisa es: ¿quién propone y quién dispone?
Así ambas premisas hacen vivir y a veces sobrevivir, entre lo importante y lo urgente; empero con entusiasmo y la mirada puesta en la fijación de encontrar esa respuesta a lo que nos inquieta, vivimos atraídos por buscar la cohesión como sociedad y buscamos la integridad de nuestros actos, con ética y buena moral en la práctica del día a día, así fuimos educados en casa, pero quien nos viene a causar estrago e inquietud: la inseguridad también del día a día, y nos coloca en la urgencia de buscar sosiego, tranquilidad, paz, que de un tajo nos es arrancada por hechos que nos ocurren, o que sabemos que nuestro primer círculo como la familia les sucede, entonces no estamos tranquilos.
Lo mejor será que no finquemos falsas esperanzas en lo superfluo, lo artificial y lo vano que alguien vendrá a pacificar este país pronto ¿de qué se acordó? Si justo, usted ha pensado qué es lo que lo hace vivir hoy y aquí, con temor, pero también con esperanza; pregúntese pues en qué y en quién soporta sus temores y también sus esperanzas, analice y haga un perfecto discernimiento de entre lo bueno y lo malo, entre lo que le genera paz y lo que no, es tiempo de pensar y reflexionar cómo podemos hacer más y mejor bien; porque ¿qué más podemos pedir que tener tranquilidad? quizá la mínima, pero tenerla, cuántos años nos ocupamos de generar de trabajar y haber hecho algún mínimo patrimonio que nos es lícito tener con el esfuerzo diario y que suponemos nadie nos puede arrebatar. ¿Ya pensó en dónde está hoy el país? Se le hace importante y urgente la situación actual, en que la sociedad pide paz a mano alzada. La situación no es para menos.
La tiranía no se sostiene por la fuerza del tirano, sino por la sumisión del pueblo, no se deben recoger las migajas del poder, venga de donde venga; para no ser esclavo; a pesar de las vicisitudes que existan; nadie debe dejarse maltratar, ni humillar. La democracia directa, participativa y deliberativa son importantes, sobre todo para que la ciudadanía tenga claro que es y cómo funciona, y como debería estar en el México actual. Se deberá incluir mucha inversión en las estructuras de instituciones democráticas.
Hacer todo lo posible dentro de los deseable en bien de todos seguro nos traerá mejor y mayor beneficio, no pongamos el pie en el estribo equivocado de la indiferencia por el otro, antes bien reflexionemos sin temor y sí con esperanza, poner lo importante hasta aquí y obremos el bien, resolvamos lo urgente la resiliencia, se debe conservar a pesar de las amenazas…se deben preservar las fortalezas que hay y con lo que se cuenta. Este país debe cambiar, o no pasará nada y seguiremos no igual, sino peor. Sursum Corda. ¡Hágale pues!
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