Cómo defenderse de la usura 

Punto de En-Roque 

Edith Roque Huerta, analista jurídica. 

Juan recibió un préstamo exprés de una financiera no regulada para salvar su negocio. Le entregaron $50,000 pesos con la promesa de pagos flexibles, pero en letras chiquitas pactó un interés superior al 10% mensual. A los pocos meses, su deuda era impagable y las amenazas comenzaron. Historias como la de Juan reflejan un problema grave: la usura, es decir, el cobro de intereses excesivos aprovechando la desesperación de la gente. Ser víctima de usura no es solo mala suerte financiera, es una situación ilegal. ¿Cómo puede alguien defenderse en México ante prestamistas abusivos, ya sean SOFOMES (Sociedades Financieras de Objeto Múltiple) o prestamistas informales? 

Desde el punto de vista jurídico, la usura implica un interés tan desproporcionado que supone un abuso de la necesidad del deudor. El Código Civil Federal (CCF), establece que el interés legal es del 9% anual. Si la tasa pactada es notoriamente excesiva, el juez puede reducirla al interés legal. En materia penal, el artículo 387, fracción VIII del Código Penal Federal, tipifica como delito el obtener ventajas usurarias aprovechándose de la necesidad ajena. Algunos estados incluso castigan la usura como delito autónomo. 

En el ámbito mercantil, el interés legal es del 6% anual según el Código de Comercio. Aunque la ley no fija un tope, en la práctica los jueces comparan con tasas promedio del mercado: tarjetas de crédito, préstamos personales, etc. Por ejemplo, si el promedio de crédito personal en bancos es del 40% anual, una tasa del 120% puede considerarse usuraria. 

Si sospechas que fuiste víctima de usura, hay varias rutas legales: 

  1. Demanda civil. Puedes pedir que un juez reduzca los intereses pactados si fueron abusivos. Si el prestamista te demanda primero, puedes contestar alegando usura y pidiendo que se aplique el interés legal. 
  1. CONDUSEF. Si contrataste con una entidad financiera formal, puedes presentar una queja ante la CONDUSEF. Esta comisión puede mediar, recomendar ajustes y sancionar a instituciones con cláusulas abusivas. Guarda el contrato y comprobantes de pago como prueba. 
  1. PROFECO. Si el préstamo fue con una casa de empeño, tienda departamental o proveedor que usa contratos de adhesión, puedes acudir a PROFECO. Esta institución puede declarar nulas las cláusulas abusivas e imponer sanciones. 
  1. Denuncia penal. Si el prestamista te amenazó o se aprovechó deliberadamente de tu necesidad, puedes acudir a la Fiscalía. Las amenazas también se pueden denunciar como cobranza ilegal. Aporta pruebas como mensajes, audios o testigos. 

Muchos deudores no conocen sus derechos, tienen miedo o piensan que es normal pagar tanto por «pedir prestado rápido«. Además, los prestamistas se escudan en que el contrato fue firmado, aunque el deudor no haya entendido bien. No ayuda que no haya una tasa máxima por ley: todo depende de lo que el juez interprete como «excesivo» según el caso. 

También hay que decirlo: muchas autoridades están rebasadas. Las quejas ante PROFECO o CONDUSEF tardan, y las fiscalías no siempre persiguen estos delitos. Pero eso no significa que no haya que actuar. Denunciar sienta precedentes y puede disuadir al abusador. Acudir con un abogado, defensoría pública o clínica legal puede ayudarte a no enfrentarte solo. 

La usura ha echado raíces en la economía informal –y a veces en la formal– de México, al grado que muchos la ven como “lo de siempre” al pedir un préstamo fuera del banco. Ese es quizás el mayor peligro: normalizar el abuso financiero. Aceptar como “natural” que por un préstamo de emergencia tengas que pagar el triple, o que te hostiguen por deber, perpetúa un círculo de pobreza y desesperación. No debe ser normal que la gente pierda sus casas o negocios por cláusulas leoninas ni que prestamistas sin escrúpulos se enriquezcan del apuro ajeno. Así como no toleramos un robo, no debemos tolerar que la necesidad se cobre con usura

La usura afecta a miles de personas, perpetuando pobreza y desesperación. No debe verse como algo «normal». Endeudarse no debe ser una condena. Si caíste en manos de un usurero, hay caminos para defenderte. Infórmate, busca apoyo y denuncia. Porque la justicia también empieza por no dejarse pisotear. Nadie debe pagar con sufrimiento el precio de una urgencia. 

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