Siglo XXI una sociedad de clases
Por Víctor Manuel López, sociólogo.

Una de las descripciones más exitosas de la sociedad moderna hasta hace poco dominante, es la suposición de que se trata de una sociedad compuesta de clases sociales y que, debido a esto, es posible caracterizarla por una relación de desigualdad entre ellas. El éxito de dicha descripción se explica por el hecho de que no rompe totalmente con la vieja concepción de una sociedad ordenada verticalmente según situaciones de rango, aunque la diluye a tal grado que en ella se pueden introducir momentos importantes de la sociedad moderna.
La tesis de la “sociedad de clases” cuenta como uno de los logros más impresionantes de una semántica de transición elaborada como cabeza de Jano (dios romano asociado con los comienzos, los finales, las puertas, los pasajes y las transiciones. Se le representa con dos caras, mirando en direcciones opuestas, una hacia el pasado y otra hacia el futuro) no pierde todavía de vista la vieja sociedad, aunque ofrece ya puntos de enlace para registrar los cambios radicales.
Las innovaciones en comparación con la terminología de los “estamentos”, status, états, estates, pueden resumirse en cuatro aspectos.
El esquema de clases se presenta de manera excelente de trasfondo teórico para evaluar datos estadísticos, esto lo aprovechará en gran medida la sociología del siglo XX, incluso cuando el paradigma de la fábrica ha perdido desde hace mucho su importancia, es fácil mediante indicadores y métodos, hacerse de datos empíricos sobre la desigualdad.
Aun cuando economistas y sociólogos de organizaciones desde hace tiempo hablan de burocracia, de revolución de los managers, de absentee, owneship, el paradigma de la organización fabril puede sin problema reemplazarse por siempre, nuevos datos que afirman las desigualdades, fortuna privada, acceso a las escuelas y universidades, acceso a los Tribunales de Justicia, genero de enfermedades y su asistencia médica y muchos aspectos más. Desigualdad significa injusticia y con ello pone en evidencia el carácter meramente ideológico de los valores formales de la burguesía, libertad e igualdad.
En la medida en que la distinción de los estamentos por abolengo pierde legitimidad interior como orden natural necesario, deben desarrollarse ideas de compensación que, dentro de la descripción de la sociedad, se ocupen del equilibrio.
Durante el siglo XVIII y hasta el final del siglo XX se escucha repetidamente que todo ser humano –no obstante, su posición social – tiene la posibilidad de ser FELIZ, mientras esté conforme con lo que le toca.
Ser feliz ahora es una actitud del individuo hacia sí mismo y la posibilidad de serlo no depende de la dotación de bienes “externos” ni de honores, fenómeno que puede comprobarse con ejemplos traídos tanto de los extractos más altos como de los más bajos y hacerse plausible en forma narrativa.
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