Ligia Urroz, se enfrenta a sus recuerdos y los últimos días en la dictadura somocista

La escritora nicaragüense nos platica un poco sobre su más reciente libro, Somoza, novela del hombre que robó los sueños de una nación

Por Mario Díaz (El Master).-

Ligia Urroz, escritora que es de aquí y de allá, de Nicaragua y de México, ella sin proponérselo fue testigo del final de la dinastía Somoza que duró poco más de 40 años en la presidencia de este país, ella una niña con tan solo 11 años llegó al exilio a tierras mexicanas “solo por unos diez días, un mes máximo” mientras las cosas se calmaban en Managua, pasarían 30 años para volver a pisar su querida ciudad.

En Somoza, La novela del hombre que robó los sueños de una nación, (Editorial Planeta), “tenemos una novela que habla de los últimos años de la dictadura de Anastacio Somoza Dabayle de cómo fueron. El libro está dividido en dos partes, la primera es de cómo se urdió el asesinato de Somoza y es una perspectiva desde el punto de vista de sus enemigos, de sus principales detractores y de los que lo asesinaron en Paraguay”.

“La segunda parte, es muy íntima porque está hablando la Ligia niña con la Ligia adulta, te preguntarás porqué, pues porque yo conocí al general Somoza, estuve en primera línea a su lado por decirlo, nos íbamos a su casa del mar a pasar los fines de semana, jugaba rayuela en la playa con mi hermana y conmigo, nos ponía películas. Entonces esta segunda parte está narrada desde la intimidad, cuento anécdotas que viví cuando era solo una niña, sin juzgar nada, platico de cómo era estar en su cercanía, cómo era él conmigo de cariñoso, amoroso”.

Ligia Urroz, aunque los años han pasado aún conserva su encantador acento nicaragüense, un sello particular que nunca intentó quitarse, con esta encantadora voz, refiere:

“Luego vienen las reflexiones de la Ligia adulta donde me doy cuenta cuando llego a México como exiliada de que él era, fue un asesino, que lo tratan de genocida y de que no lo querían en este país. Claro que fue un choque enfrentarme a estas dos visiones, porque me apapachaba, me daba chocolates, jugábamos rayuela en la arena; llego a México y todo mundo lo odia, mi familia me recomiendan o mejor dicho de exigen que no diga nada de la cercanía que tenía con él, porque corríamos peligro, había células guerrilleras y pues tú estabas muy cercana a él”.

Aunque aclara que la mayor parte de los hechos narrados en esta novela fueron reales, así como los personajes que en ella aparecen, deja muy claro que se trata de una obra de ficción, pese a ello recorrer estas páginas te pone en primera fila y te hace cómplice del grupo que preparó la emboscada para asesinar al dictador; también te lleva de la mano a la intimidad de su hogar, te pone junto a ella pecho a tierra mientras a fuera de su casa se desataban balaceras entre la Guardia Nacional y los insurgentes del Frente Sandinista.

¿Cómo fue enfrentarte a estas dos visiones de un mismo personaje, por un lado está la manera con que los apapachaba a ti y a tu familia y por el otro darte cuenta de las atrocidades que cometió?

“Tengo dos visiones como bien dices de este mismo personaje, como es precisamente la condición humana que no somos ni buenos ni malos, somos una gama de los dos, una gama de colores entre ambas posturas, esto fue lo que me pasó”.

“Aquí en el exilio, no podía hablar nada de Somoza porque era una cuestión casi satánica, no se podía decir nada y todo eso me lo fui quedando, todas estas preguntas, qué fue lo que pasó, si él me quería tanto porqué viví asesinatos, bombardeos, porqué viví este estado de sitio tan terrible, porqué vi gente morir en la puerta de mi casa”.

“En el momento en el que lo pude hablar, en el momento en el que lo escribí fue cuando me llegó la paz. Tenía yo que hacer este recuento esta toma de conciencia de saber qué es lo que estaba pasando. En la segunda parte está la voz de Ligia niña, Ligia adulta, la voz omnisciente y una voz que en segunda voz le está diciendo, general usted hacía esto, lo otro y es muy reflexiva. Puedo hablar desde una perspectiva como nadie más ha hablado porque estuve al lado de él”.

¿Fue difícil para ti enfrentarte a él, decirle en tu interior te quiero un chingo por tanto cariño, pero está la otra parte que desconocías?

“Me costó muchísimo trabajo, sobre todo llegando a México porque venía de dejar a la persona querida y darme cuenta por los noticieros y opiniones que era de lo peor, que había salido a Estados Unidos que lo patearon de ahí y que terminó en el exilio en Paraguay, todo esto para mí fue un revoltijo ¿qué está pasando? ¿por qué mi mundo está tan alocado? ¿por qué veo tantas señales tan encontradas?”

¿Llegaste a pensar que era mentira ese Somoza del que se hablaba en los noticieros de México?

“Si claaaro (aparece con mayor fuerza su encantador acento), llegué a pensar que los noticieros solo mentían, pensé un montón de cosas y sobre todo cuando te quedas sin nada porque me quedé sin mi casa, sin mi país, sin mis amigas, me quedé sin nada, fue empezar una vida nueva en otro país prácticamente desde cero, porque llegamos en una condición muy precaria no teníamos plata, naaada, era una condición horrible, porque además se pensaba , al menos yo lo hacía, de que regresaríamos en diez días, máximo un mes…ya no volvimos nuuunca”.

Dime algo, el libro surgió para encontrar la paz, o encontraste la paz escribiendo tus recuerdos y luego surgió el libro, o fue la idea de escribir un libro y surgió la paz.

“Esto es muy importante lo que me preguntas, porque me dedico a la escritura y tenía que escribir esta novela, antes de Somoza salió La Muralla (de su autoría en editorial Narratio aspectabilis), han salido ensayos, cuentos, crónicas, todo, pero me metí al proceso de escribir por esta novela y síii, era un proceso que tenía que pasar por él, era como un recuento y explicarme a mí qué fue lo que ocurrió, como escribir poner en papel lo que estaba sintiendo y cómo conjuntar todas estas piezas del rompecabezas”.

“Y síii, sirvió como un proceso sanador y sobre todo liberador porque en el momento que tú ya sueltas todo esto que traías escondido, que no podías decir esto te libera mucho. Hay un capítulo entre la primera parte y la segunda que se llama Hoy, una amiga psicóloga me dijo, este capítulo es como si hubieses ido a terapia diez años, fue muy liberador”.

¿Cómo decides o te das cuenta que es el momento de sacar estas imágenes, hablar del tema? 

“Fue un proceso muy largo, imagínate que este libro saló en 2021, fue durante la pandemia y no se pudo presentar en la FIL Guadalajara, sino hasta un año siguiente, fueron todos esos años que tuve para pensar darle vueltas en mi cabeza, al principio no podía hablarlo obviamente, hasta que llegué a la universidad y medio pude empezar a decir algo porque pues mi acento nicaragüense me delataba, y me preguntaban qué había pasado y pues la gente era como medio ir entendiendo lo que pasó. Pero cuando lo entendieron bien lo que ocurría es reciente”.

Salió la dictadura de Somoza, pero llegó la de Ortega.

“Ahora la dictadura se replicó en otra dictadura, el tipo que quitó a este dictador se colocó como dictador, y Daniel Ortega lleva, cómo te cuento, fíjate en este dato tan importante, la dinastía Somoza, era Somoza García, Luis, más Anastasio Somoza Debayle, todos los años juntos de esta dinastía van a empatar con la de Ortega solo y además en lugar de que Daniel Ortega tome las decisiones desde una casa presidencial, desde una oficina presidencial, las toma desde el desayunador de su casa, porque la vicepresidente es su esposa, imagínate la gravedad”.

“Claro que esta novela también acaba como si fuera un carrusel, una noria de dolor y atiende a esa problemática, la nueva dictadura, por eso es tan importante y por eso ahora me sentí libre y es más sentí que había que denunciarlo, por eso es que ya no me importó escribirlo”.

“Soy una voz desde acá porque en Nicaragua no se puede hablar, te censuran y te meten a la cárcel. La prensa está completamente censurada, los opositores están en la cárcel, es una cuestión terrible, se fue también contra la iglesia. La denuncia de la nueva dictadura la pude hacer y me sentí libre de hablar todo y además decir, la historia no se tiene que cancelar, uno tiene que conocer de la historia para no replicarla”.

Finalmente, en la parte última del libro publicas una carta escrita al parecer con prisas. 

“Esa carta la escribió el general Somoza a mis papás y en ella dice que nos extraña a nosotras las niñas, les pregunta cómo estamos y básicamente para decir aquí estoy yo también afuera y si necesitan algo por favor avísenme. En la portada una fotografía donde estoy yo, es en una concentración (mitin), en un discurso que dio el general frente al pueblo. Una vez le pregunté, general qué se siente estar frente al pueblo, hablarle al pueblo, me dijo, vení, parate al lado mío y entonces vas a saber y escuchar lo que es estar al lado del pueblo. Tomé todo el discurso al lado de él, luego me dijo hay que saludar a toda la gente que vino a escucharnos, empecé a saludar a la gente y fue un momento impresionante, con una carga emocional muy fuerte y mi papá que estaba ahí me tomó la fotografía, así que sirve de testimonio que lo que estoy avalando lo hago desde la primera línea”.

“Rescato lo bonito que me tocó vivir con él y lo feo también, hay capítulos muy duros. Era un hombre que apapachaba, que quería a su familia, hay que entender la condición humana, el libro igualmente Somoza podría ser una anécdota de algo universal de cómo somos los seres humanos. Hoy el nombre de Somoza ya no se escucha tanto porque la dictadura terminó en 1979, recuerda que la historia la escriben los vencedores no los que pierden, estaba catalogado como el peor dictador, la peor basura y puras cosas malas, pero creo que todos los seres humanos como te decía somos un prisma”.

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