Juan Carlos Huerta Vázquez.-
El Quinto Tribunal en Materia Penal de la Ciudad de México anuló la sentencia contra el único procesado por la primera fuga de Joaquin Guzmán Loera, registrada en enero de 2001, del Centro Federal de Reinserción Social, número 2 “Puente Grande”.

Francisco Javier Camberos Rivera, “el Chito”, quien fuera empleado de mantenimiento del reclusorio, lleva 17 años recluido por haber reconocido ser quien sacó de la cárcel al narcotraficante, oculto en un carro de lavandería; es apoyado por abogados de oficio, que le tramitaron el amparo que concedió el Tribunal Colegiado, mismo que ordena al Cuarto Tribunal Unitario del Primer Circuito y al Juez Décimo Primero de Distrito de Procesos Penales Federales en la Ciudad de México, que dejen sin efecto la sentencia de 25 años ocho meses de prisión; y a la vez ordena que se reponga el juicio desde su inicio, para subsanar “vicios de fondo”.
De esta forma, se notificó la resolución al Chito, quien se encuentra preso en el interior del Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) Número 8 Norponiente en Guasave, Sinaloa, y debe dictarse la nueva condena, a principios del mes entrante, o antes.
Éste juicio de garantías llevaba casi tres años de análisis y los juzgadores que intervinieron en él buscaron que fuera resuelto por Magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. En este lapso de tiempo Camberos ganó otro amparo, auxiliado por los abogados de oficio, para que le dieran atención médica dental, y se le habilitaran prótesis molares.
La sentencia se le emitió por los cargos de cohecho y delincuencia organizada, y nunca se le concedieron beneficios judiciales, siquiera por haberse entregado por motu propio, con una declaración escrita por propia mano y notariada, en la que se inculpa de la fuga, y de esta forma se desecharon otras versiones de la evasión de Guzmán Loera.
El testimonio de “El Chito” refiere que conoció al Chapo durante su reclusión, y que eran amigos, al grado que hacía trabajos de electricidad y fontanería para familiares y amigos del líder delincuencial en el exterior, y hasta entabló contacto con los hijos de éste.
Su declaración dice que actuó considerando un acto de humanidad, ya que el Capo estaba deprimido porque pretendían extraditarlo a Estados Unidos.
Francisco Javier lo sacó de las instalaciones empujando el carrito de lavado, y luego, oculto en la cajuela de su coche: un viejo Montecarlo; después, en la carretera lo habría movido al asiento delantero, y condujo hasta un oxo en el centro de Guadalajara, donde le compró una botella de agua, pero el Chapo no la bebió, porque cuando El Chito se la iba a entregar, Guzmán Loera ya no estaba en el automóvil.