
Por Mario Díaz
Caminar por el centro de Guadalajara a parte de apreciar lo que se dice son los últimos días de las Calandrias jaladas por caballos, de poder tomarse una foto en el, ya querido, letrero de Guadalajara para presumir y dar fe de la visita a la Perla de Occidente, puedes encontrar a un personaje que es emblemático en México y en el mundo como una tradición mexicana. La Catrina.
Su nombre es «Matilde» un personaje que a su muerte se convirtió en una «Catrina», por su vestimenta se puede deducir que este hecho ocurrió en la época victoriana de nuestra ciudad, pero qué motiva a este personaje a deambular por las inmediaciones de la Catedral de Guadalajara.
La entrevista resulta un poco extraña, Catrina no habla, hace tiempo que sus cuerdas vocales sucumbieron al deterioro de la muerte, pero no lo necesita, se hace entender y esto es lo que nos comentó.
Durante este segundo trimestres del año, a Catrina le gusta recorrer la Plaza de la Liberación, pero antes de su paseo, ella inicia su preparación a las nueve de la mañana, cuando empieza el proceso de su maquillaje, no puede salir a la calle en fachas ni con la cara así huesuda y maltrecha.
Los estados de ánimo de Matilde se ven en el maquillaje de Catrina, unos días se le aprecia muy alegre, otros triste, enojada, a veces enamorada y en ocasiones con ganas de morir por alguna injusticia que vio.
También debe seleccionar el vestido con el que aparecerá ante los ojos de los mortales. Dos horas después, luego de que comprueba que su maquillaje y vestido sean los adecuados, aparece en la plaza disfrutando de su paseo diario.
Un secreto que no sabe guardar muy bien, es que en lugar de tacones utiliza zancos para destacar su elegancia. No es fácil, hasta los muertos se cansan de mantenerse sobre zancos por seis horas, soportado las inclemencias del tiempo, puede ser una tarde de lluvia, sol abrasador, una nube de polvo proveniente de los trabajos de la construcción de la Línea Tres del Tren Ligero.
A Matilde, le gustaba disfrutar sus caminatas, pero Catrina necesita algún recurso para poder seguir presumiendo su maquillaje, por eso pide a los transeúntes que le pierden el miedo y se toman una fotografía con ella un donativo voluntario, una cooperación que salga del corazón.
Dice que son los visitantes locales y nacionales los que mejor la tratan, sobre todo los varones, quienes coquetean mucho con ella. De los turistas extranjeros, dice que por el simple hecho de venir de otros países creen que tienen derecho de disponer de todo y de todos los que andan ganándose la vida como ella, cuando se les pide un poco de ayuda por la fotografía tomada, se enojan y se retiran.
Pero asegura que no se les niega que capturen la imagen y se lleven un poco de la cultura mexicana o de Jalisco.
Con las autoridades municipales dice no tener problemas, porta un permiso de la Secretaría de Cultura que le da el beneficio de poder expresarse en el primer cuadro de la ciudad. Y poder difundir la imagen de Catrina.