Juan Carlos Huerta Vázquez
La suciedad que arrastran los ríos Zula y Santiago crearon una ‘mesopotamia de la contaminación’, se trata de Ocotlán, localidad que vive entre los sucios afluentes, y donde poco se ha hecho para revertir el fenómeno.
El especialista en materia hídrica de la Universidad de Guadalajara, Arturo Gleason, refiere que la zona metropolitana de la ciénega de Jalisco es un foco de alerta que las autoridades se niegan a atender, y otros especialistas coinciden con esa visión.
Gleason es también el titular del Laboratorio de Tecnologías Arquitectónico Urbano Sustentables, y acusa una falta de acción de parte del ayuntamiento de Ocotlán, y los gobiernos estatal y federal, que sólo registran tímidos actos correctivos que no solucionan los problemas de salud pública y la contaminación industrial que mantiene a sendos cuerpos de agua como ríos muertos.
«Y como un virus, porque contaminan los mantos acuíferos, aunado a esto van las urbanizaciones inmoderadas, la devastación de y cuando llega el tiempo de lluvias, se registran corrientes que corren más rápido, porque no hay árboles y arrastra del suelo esos minerales, que convierten a los afluentes en cócteles tóxicos, vamos a un ritmo mayor de los mil 500 kilómetros cuadrados diarios de contaminación del suelo, hablamos de una contaminación que apuesta a la muerte, en unos cuantos años; la ONU tiene un horizonte de entre el 2030 y 2050 para un punto de ‘no retorno’, donde ya no se puedas hacer nada, cuando el problema consuma a esta ciudad, (Ocotlán), y a las demás que viven alrededor de estos ríos. Estamos a tiempo de trabajar en revertir los daños, antes que no haya marcha atrás».
Ambos ríos arrastran una gran cantidad de sustancias que ocasionan estragos en la población, según un estudio efectuado en septiembre pasado por el Instituto de Biología Molecular en Medicina y Terapia Génica del Centro Universitario de Ciencias de la Salud de la Universidad de Guadalajara, en el que se expone que los ocotlenses ya muestran afectaciones por la exposición de metales como el mercurio, zinc y aluminio, expone el titular Juan Armendáriz Borunda, «se trata de daño genotóxico y fitotóxico en estos pobladores, y puede ser el culpable en alta probabilidad de lo que se ha encontrado como insuficiencia renal crónica y más importantemente, esto puede dar origen a malformaciones que pueden derivar en procesos que cursan con cáncer».
Ocotlán es ‘bañado’ por el río Zula, provisto de una alta carga contaminante, derivada de vinazas de tequileras y granjas porcícolas, además de las descargas directas del complejo industrial de La Barca-Ocotlán-Poncitlán, y de las aportaciones de arroyos como San Gaspar, que mezclan sus contenidos para lograr un tóxico coctel que incide en otras enfermedades como la leucemia, y que ha provocado hasta abortos espontáneos.
Ultimátum de la CEDHJ
Ocotlán fue objeto de un ultimátum de la Comisión Estatal de Derechos Humanos Jalisco, que le dio 10 días para rendir un informe sobre los avances en el cumplimiento de la recomendación del Río Santiago.
Ya hubo una forzada respuesta, y es que el ombudsman, Felipe de Jesús Álvarez Cibrián, advirtió que si no respondían, habría una petición formal al Congreso del Estado para que compareciera el alcalde Paulo Gabriel Hernández, junto a los ediles de Chapala, Arandas, Atotonilco, Ixtlahuacán de los Membrillos, Ocotlán, Poncitlán y Tototlán.
Trata poca agua
Información del Gobierno del Estado refiere que al municipio se dotó, en 2015, de 56 millones 431 mil pesos para labores de saneamiento mediante la ampliación de la capacidad de la planta de tratamiento de aguas residuales de Ocotlán
Según datos de la Comisión Estatal del Agua, (CEA), el municipio sanea 29 litros por segundo en sus plantas tratadoras: Odis, Rincón de la Arboleda, Hacienda del Rincón y La Labor Vieja.
Todos los municipios están obligados a sanear sus aguas negras, y el municipio tiene una cuenta pendiente de pago por concepto de tratamiento que asciende a 10 millones 46 mil pesos; aún así siguen llegando descargas de aguas residuales domiciliarias e industriales de Ocotlán hasta el lago de Chapala.
Al respecto, la directora del Instituto de Derecho Ambiental, Raquel Gutiérrez Nájera, refiere que el municipio y las demás localidades de la ribera de Chapala cuentan con plantas tratadores obsoletas y excesivamente costosas para los presupuestos municipales; y acusa omisión de la CEA, que no ha buscado implementar nuevas tecnologías, «existen plantas de tratamiento con energías renovables y procesos menos costosos e igual de eficientes en la limpieza del agua que no se han instalado».
La investigadora expone también que toda la cuenca a la que pertenece Ocotlán le urge un decreto de restauración para controlar las descargas clandestinas que no pasan por una planta de tratamiento, además de castigar a organismos y particulares contaminadores, «se deben replantear las prácticas de saneamiento en toda la cuenca porque hasta ahora no han funcionado, me parece que toda la parte de la región tiene una problemática diferenciada que debe tener un decreto con diferentes términos, según la contaminación de cada parte, pero con una misma política, principios y objetivos comunes”.
La especialista agrega que las enfermedades como las que padecen los residentes de la zona metropolitana de Ocotlán y la creciente contaminación de su trayecto de los ríos Zula y Santiago, tienen aún una solución si colaboran los tres niveles de gobierno, «sino vamos a seguir teniendo problemas con la calidad del agua cada vez más fuertes y mayores, en algún momento vamos a tener conflictos por el agua”, advirtió.