Por Mario Díaz
Oleg, un viajero que inició su recorrido en su natal Ucrania, sus andanzas lo mantienen maravillado en México, quiere conocer cada una de las tradiciones, costumbres, la música de cada uno de los pueblos, comunidades, etnias y por qué no hasta de las grandes ciudades.
A lo largo de esta travesía por nuestro territorio el cual le ha llevado dos años, se ha topado con infinidad de personas a las cuales deleita con el sonido de su hang drum (tambor de mano) hecho de metal con protuberancias esparcidas por todo el instrumento que generan, al toque, diferente clase de sonidos.
Dice que sus melodías le van surgiendo del sentimiento que vaya encontrando en ese momento, conoce también la superficie de su instrumento que se le puede ver entrar en su estado de emoción plena al tocar con los ojos cerrados., Oleg se deja ir por donde su música lo va llevando.
A cambio agradece las monedas que le regalan, mismas que utiliza para poder subsistir, comer algo y poder dar el paso a su siguiente destino. Mientras esto ocurre se le puede escuchar por los alrededores del Teatro Degollado y en Tonalá municipio que de alguna manera lo ha cautivado por el momento.
Toca su hang drum, da las gracias a quien le aporta alguna moneda y detiene su música para atender a los curiosos que le preguntas sobre qué tipo de música toca, si es algún instrumento que él ha fabricado, si es difícil aprender. Responde siempre con una sonrisa a cada pregunta y sigue con su música que le va sugiriendo su estado emocional.
Dice que por el momento no se ha topado con autoridades que le impidan tocar su música, espera que esto no ocurra, pero es positivo, si lo quitan de su lugar, siempre habrá un espacio en esta gran ciudad donde pueda deleitar con esos sonidos del alma.
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