Los últimos “Clics” de un oficio en extinción

master1Mario Díaz.- Si caminas por el primer cuadro de la ciudad, entre once de la mañana y seis de la tarde es muy probable que puedas ver a un sujeto que ofrece un servicio que se antoja innecesario, te das cuenta de inmediato que este hombre de avanzada edad le ha dedicado toda su vida en realizar esta actividad como sostén de su familia. Es un fotógrafo que va a la caza de visitantes para instarlos a que se lleven un bonito recuerdo de su visita a Guadalajara, una fotografía frente a Catedral, teatro Degollado, frente a alguna de las fuentes o en plaza de Armas. En la mayoría de los casos es rechazado de mala manera y alegan que tomarán estos recuerdos con sus celulares.

Se trata de don Gilberto López Padilla, uno de los últimos fotógrafos que quedan en el centro de Guadalajara, tras la negativa de utilizar sus servicios baja la mirada, pide disculpas por haberse atrevido a ofrecer sus servicios, da las buenas tardes y vuelve buscar una posibilidad de llevarse unos pesos a su hogar.

“Una foto de la familia, una foto con la novia, una foto con los parientes que nos visitan” es el canto con el que se acercan a los paseantes del primer cuadro de la ciudad.

Don Gilberto tiene 65 años de edad, sesenta de estos trabajando de fotógrafo en la Plaza Liberación, de Armas y en la Plaza Tapatía, recuerda que a sus cinco años de edad entró a este oficio de vida y nunca más lo abandonó, en 1956 era ayudante de su abuelo, de su padre quienes junto con Don Antonio Fernández, fueron los primeros tres fotógrafos de esta plaza.

La foto del recuerdo

Su rostro marcado por el paso de los años y la creciente penuria de ver cada vez su oficio llegando al final no le impide hacerse un tiempo para compartir con Efecto Ezpiral, un poco de sus recuerdos, los buenos los años anteriores a la década de los ochenta.

“Finalizaba la década de los 50’s, en esta plaza todo era muy diferente, los tabachines se llenaban de flores anaranjadas muy bonitas, los extranjeros que nos visitaban tanto nacionales como internacionales sobre todo de Estados Unidos, siempre se querían llevar una foto de su visita a Guadalajara.  A partir de los 80’s todo empezó a cambiar, se hizo más fácil y barato poder adquirir cámaras fotográficas”. Fueron las primeras cámaras con rollos 110 de carrete que empezaron a ser de fácil acceso para las familias.

Don Gilberto suspira, se retira para seguir en busca de sus primeros pesos, dice que es su diario proceder, “no quiero molestar a nadie, pero pareciera que la gente ahora se incomoda si les ofrezco realizarles un retrato familiar”, sigue recordando que a sus cinco años llegaban a la plaza de la Liberación con una cámara de las llamadas de cajón, con tripié y manga, se instalaban diario a las ocho de la mañana y ya los estaban esperando algunos clientes.

Aclara, en ese entonces eran ellos quienes hacían las fotos para el pasaporte, para la cartilla, las credenciales, licencias, infantiles, por lo que muchos tapatíos solicitaban sus servicios durante todo el día.

“Eran cinco tamaño credencial por cinco pesos, tres postales por tres pesos, eran así los precios, me acuerdo que el camión urbano salía en 40 centavos. Luego nos íbamos a tomar fotografías de los turistas, les gustaba mucho las flores y los tabachines todos llenos de flores, en ese entonces las fotos eran en blanco y negro, pero así se veían muy bonitas”.

Vino luego una adaptación de tecnología cuando dejaron de usar las cámaras de cajón por las polaroid, eran fotos instantáneas que tardaban unos minutos en procesar la imagen, llegó el color a las fotografías instantáneas. Era el inicio de los años ochenta que para Gilberto marcó el inicio de lo que considera su extinción.

“Empezamos a ver la aparición de muchos foto estudios, donde les salían más baratas las fotos, con mejor iluminación, tenían la posibilidad de entregar más cantidad de las mismas. Pero nos quedábamos con los turistas, las fotos ya no eran en blanco y negro sino a color. Pero luego hicieron el estacionamiento y pues nos quitaron lo bonito, ahora estos árboles que solo son unas varas pelonas que dan lástima en lugar de sombra”.

El debacle

whatsapp-image-2016-11-09-at-3-17-49-pmSu rostro se torna sombrío al recordar el inicio del nuevo milenio y la facilidad de adquirir telefonía celular con cámaras incluidas, fue cuando todo se vino abajo para estos fotógrafos.

“Lo peor empezó en el 2000 y se puso más complicado en el 2008, nuestro trabajo disminuyó en un 95 por ciento. Hoy nos vamos a veces sin tomar fotos, estamos todo el día ofreciendo nuestro servicio pero nadie nos toma en cuenta, ya no les somos necesarios. Cuando bien nos va son tres o cuatro las que logramos vender, ahora todo es digital. Si bien nos va nos piden que les tomemos foto con sus teléfonos y a veces nos dan propina, no un pago por el servicio”.

No considera poder cambiar de oficio, es lo único que sabe hacer a parte reconoce que la Plaza de la Liberación es su segundo hogar. “Aquí nací, aquí crecí y cuando me muera vendré a seguir tomando fotos para ver quién quiere”, suelta una carcajada.

Sabe que su oficio está ya prácticamente extinto, pero dice que si bien le va, morirá haciendo el intento por tomar fotografías a los turistas, “es lo que sé hacer, nadie me da trabajo de nada, así que aquí me quedo hasta que Dios me de licencia”.

Nos despedimos y sonríe al pedirle si me deja tomarle unas fotografías para ilustrar este trabajo con mi celular. Acepta de buena gana con un tinte de tristeza.

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